Caminaba bamboléandose un poco, como si se desplazara siempre en puntas de pie, lo que le daba el aire de estar disponiéndose a sorprender a alguien con una aparición inesperada o con alguna broma inocente. Pero era una forma de caminar que, vista desde el exterior, le daba al que lo observaba una impresión de bienestar contagioso, aunque tía Amalia sugería a veces que esa euforia tenue y constante tal vez hubiese podido ser atribuida a la irresponsabilidad.
Del cuento El hombre "no cultural".
Tuesday, January 19, 2010
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