Poco a poco fui conociendo a la vieja Aurore. Cada tarde ella dejaría junto a la estufa de mi cuarto seis grandes panes de carbón, tres para encender por la noche y otro tanto para la mañana. Está matemáticamente demostrado que usted no necesitará más, solía decir. Tenía una distribución estricta de sus recursos y una panoplia de fundamentos para cada uno de sus hábitos. Sólo calentaba sus dos habitaciones y el cuarto de huéspedes. La cocina entra en calor al encender la primera hornalla, sotenía, mientras que el pasillo se calienta por convección. En cuanto al baño, el tránsito es expeditivo y una vez dentro del agua, usted sólo sentirá frío en las orejas.
Tuesday, April 12, 2011
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